Acuarela + collage digital |
Objetos de Tobías Ward Sublimación sobre acrocel |
El personaje nace de la experiencia que relato en el párrafo
siguiente. Reúne atributos de lectores y visitantes de la librería donde
trabajo. La experiencia ha sido el motor para dibujar. Sin embargo, los
atributos de cada lector le han dado vida al personaje y no hay rastros de la
escena que cuento en la imagen final. Hay ciertos indicios en la imagen que
permiten construir una nueva historia, dejo que la imaginación del observador
los asocie libremente.
De pronto vi a contraluz la figura de alguien que se
recortaba en esa mañana fría de otoño. Buceaba en la biblioteca, y si intentaba
seguir sus movimientos, desaparecía el tiempo y el sonido ambiente. A una
distancia prudencial me debatía entre acercarme y ofrecerle mi ayuda (lo cual
dudaba fuera necesaria) o seguir contemplando la escena. Dar un paso hacia él
era como acceder a un lugar sin invitación previa, y romper el silencio con una
pregunta, acabar definitivamente con ese encantamiento en el que parecía
flotar. De repente el sonido de la caja registradora me ancló al presente, y recordé,
que, en definitiva, era vendedora, que debía hacer un paréntesis con ese estado
de ensoñación, y avanzar hacia mi objetivo con decisión. El lector se volvió hacia
mí, capas de profundidad asomaron en su mirada, con voz calma consultó por un
título, y como el hombre más agradecido del mundo, se alejó por la puerta de
entrada.
Pasaron más de cuatro años y aún hoy cierro los
ojos y puedo reconstruir la escena, vuelvo a ese silencio, y me parece que ha
sido una de las experiencias más conmovedoras, un encuentro profundo, un atisbo
de vida interior. Recuerdo que leí el título pedido por dos razones, la
primera, el nombre era muy sugerente, y la segunda, me prometí que si volvía el
lector, iniciaría una conversación acerca del libro, necesitaba descifrar quién
era aquel hombre, y quizás unas líneas del texto pedido serían la clave. Ése es
uno de los instantes que más atesoro como librera, donde deseaba ser una
espectadora más y por nada del mundo interrumpir ese diálogo interior de
alguien que parecía abierto a todas las letras, navegaba entre ellas, con
soltura, flexibilidad, hacia un horizonte lleno de promesas.