A través de una
red de lecturas, armo un itinerario entrañable: algunas tapas me conducen hacia
escenarios donde fui feliz.
En una burbuja de
sol estamos mi abuela y una niña de ocho años, ilusionada de seis de enero. Las
chicharras ensayan su canto, la pava silba, las cintas de la cortina del patio
ondean sobre mis sandalias blancas. Desenvuelvo un paquete decorado con tres
magos orientales, tras el papel asoma el título Alicia en el País del Espejo. Lo estrecho contra mí, levanto la
mirada, y encuentro su sonrisa enmarcada por dos aros de filigrana teñidos de
luz. La misma que se refleja en los azulejos de la cocina y me invita a saltar
por las baldosas del jardín. Con el libro abierto como visera, atravieso la
cortina, tac-tic-tec-tec…¡tic! suenan las tiras. Corro por un pasillo rodeada
de enredaderas, mi solera acaricia un vivero coronado por la inmensa rosa china.
A su sombra, el suave vaivén del sillón hamaca me arrulla mientras el verano
late en cada rincón.
Acuarela + collage digital |